
Los centros educativos tienen que ser espacios seguros tanto para el alumnado como para el personal docente y no docente. Los centros educativos se deberían de articular como principales agentes sociales en la formación de una sociedad con cultura preventiva, de modo que estas instituciones deberían ser claros ejemplos de seguridad y prevención. Gestionar dicha seguridad debería ser una función asumida y desarrollada por los propios centros siempre con la supervisión de los órganos superiores.