Los trabajadores fronterizos procedentes de Beliones no están dispuestos a pagar los platos rotos del asalto de 155 inmigrantes a la valla fronteriza en la zona de Benzú que ha llevado a Delegación del Gobierno a decidir el cierre de este paso para todos exceptuando a los escolares, visitantes del cementerio de Beliones y el imán de la Mezquita de Ibn Rachid.
Todos ellos viven en Beliones y su condición de vecindad con Ceuta les había valido hasta ahora el privilegio de poder entrar a la ciudad por el paso de Benzú evitando las largas colas que se forman en la frontera del Tarajal y también tener que dar un rodeo de 14 kilómetros para llegar hasta allí.
“Antes decían que los porteadores tiraban piedras y hacían de todo, pero ya la frontera lleva 17 años cerrada al porteo y esta gente llevan desde entonces pasando por aquí y sin dar problemas”, recordaba una de las afectadas, que asegura que son un centenar los trabajadores transfronterizos de Beliones, con contrato de trabajo, que a diario cruzan a la ciudad por este paso.
Tener que ir ahora hasta el Tarajal les supone tener que coger un taxi que, según calculan, le podría costar 150 euros mensuales. “Si ganamos 300 euros al mes, ¿qué nos va a quedar?”, se preguntaban las trabajadores del hogar.
“Lo estamos pasando muy mal. Estamos llegando a la casa de trabajo hechas polvo. No podemos estar en la cola con los porteadores y no pedimos ni más ni menos que nos dejen pasar como lo hacíamos hasta ahora”, reclamaba Bouchra, una de las afectadas.
Ellos quieren diferenciarse de los porteadores, ya que tienen contrato de trabajo, pero también de los inmigrantes que asaltaron la valla en Benzú el pasado 30 de agosto y que han venido a alterar el status quo que existía en este paso. “No me cabe en la cabeza que por culpa de los migrantes, que están en el CETI bien cuidados, lo pasemos mal nosotros y lo paguemos nosotros”, apostillaba.
