
Un segundo es todo lo que necesitas para que cambie tu escala de prioridades.
En un segundo llegas al mundo, en un segundo lo abandonas.
Un segundo es todo lo que necesitas para que cambie tu escala de prioridades.
En un segundo llegas al mundo, en un segundo lo abandonas.
¿No tienes la sensación a veces de ir por la vida dejando que el piloto automático sea el que conduzca tu propio vehículo?
¿Sabes? Mañana termina un año y empieza otro.El ciclo de la vida nunca para, lo único permanente es el cambio, lo único constante es el movimiento, y dentro de dicho movimiento, el cierre de un ciclo, solo es el anuncio de un nuevo ciclo.
Tengo un vecino al que no le gustan los animales.
Y, ¿sabes? Eso puedo entenderlo y respetarlo, cada persona tiene sus afinidades y sus no afinidades.
Entiendo que a veces te asuste enfrentarte al mundo desde lo que llevas en tu interior. Entiendo la tendencia a la protección, como mecanismo de defensa natural. Entiendo la distancia con los demás como estrategia de seguridad, ante el temor de mostrarte tal y como eres. Y también entiendo que estas acciones, al final, te llevan a un aislamiento, que tal vez te genere una ficticia sensación de seguridad, cuyo excesivo precio implica marcar una distancia sustentada tras el cartel vital de “no pasar” que termina poniendo sobre la mesa lo que se oculta tras la coraza.
Ahí va la etiqueta o la coletilla, y buscando distintos significados de la palabra, me quedo con el que da el diccionario como sustantivo “persona que se emociona fácilmente y se deja llevar por sus afectos”.
No sé si te has planteado alguna vez qué parte de ti pones en lo que haces habitualmente, tu profesión, tu trabajo, tu afición, tu filosofía de vida.
Me preguntas, quizá esperando encontrar en mí respuestas que, incluso cuando dudes, ya están en ti.