Es de poca vergüenza la elevada demora existente en las listas de espera, ya no sólo para ser atendido por el facultativo de turno, sino especialmente para someterse a una intervención quirúrgica.
Esta pasada semana hemos visto a varios diputados defender la Sanidad Pública y el alto nivel que tiene la misma, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y esto es lo que le pasa a quien quieren defender a capa y espada la sanidad pública cuando las administraciones competentes la están dejando morir a pasos agigantados.
No se puede defender lo indefendible y no se puede negar lo evidente. No se puede decir que las listas de espera son cortas cuando eso es tomarle el pelo a los pacientes, que ven cómo pasan las semanas y los meses y siguen esperando a ser llamados o atendidos.
Y es que, lamentablemente, quien no tenga un seguro privado se muere, ya que la demora es tan elevada que lo que puede tener curación con una atención temprana y adecuada termina por convertirse en crónico o alcanzar un estado tan avanzado que finalmente pueda ocasionar la muerte.
Lo peor de todo es que a los responsables de la Sanidad no se les caiga la cara de vergüenza ante esta obviedad, y continúen politizándolo todo, utilizándolo todo como arma arrojadiza, negando lo evidente, importándoles bien poco la salud o la vida de los pacientes.
Quizás suene duro decirlo, pero esto es así y a los datos nos remitimos. Además, la inversión en sanidad es cada vez peor, se preocupan más en recortar gastos que en ampliar partidas para mejorar la asistencia y la calidad sanitaria. Lamentablemente esto es lo que tenemos y quizás deberíamos ser los usuarios los que pusiéramos pie en pared y alzarnos contra este sistema para que se comiencen a tomar las medidas correctas de una vez por todas.