Lo que estamos viviendo en España, políticamente hablando, va mucho más allá de análisis, pues nos encontramos ante un escenario jamás visto en los más de 40 años de Democracia, con un presidente del Gobierno que, aún sacando los peores resultados de la historia del PSOE, es capaz de aliarse con los reconocidos “enemigos del Estado Español” para seguir en Moncloa. Todo ello tiene un precio que pagaremos los españoles, pero por encima de eso, está la palabra, esa que tantas veces ha dado Pedro Sánchez para después engañar a todos los españoles o, como el dice “cambiar de opinión”.
Pasó la pasada legislatura cuando afirmó que no podría dormir si pactase con Podemos, para solo 48 horas después aliarse a Pablo Iglesias, ‘alias el coletas’ para formar Gobierno y meter en el mismo a su pareja, ‘la cajera’ Montero, que ha desmantelado en cuatro años los géneros, las familias y hasta la propia vida.
Ahora y cuando todos creían que ya no sería capaz de cruzar más líneas rojas, se alía nada más y nada menos que con Puigdemont por siete votos que le han dado la investidura, perdonando miles de millones de euros a Cataluña, dando luz verde a un posible referéndum catalán y dando el OK a la cuestionada Ley de amnistía, esa que no hace tanto rechazaba. Pero ese es Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno y político de España más mentiroso de la historia, capaz de decir una cosa y la contraria según le convenga, fraccionando nuestra nación, poniendo en riesgo su convivencia y actuando en contra de una Constitución que, sin duda, es la que mayor tranquilidad le ha dado a nuestro país. Pero al señor Sánchez le da exactamente igual vender España y tambalear los cimientos fundamentales de la Constitución. Él juega a tomarnos como tontos, agarrarse a un clavo ardiendo, patear todo lo que se le cruce en el camino y buscar una sola cosa: seguir estando en el poder. Aunque los españoles no les hayan votado y les castigasen duramente en las pasadas elecciones. Él pasa de eso, también de que no pueda pasear por las calles de España porque le chiflan los oídos como consecuencia de los silbidos y abucheos constantes de la población española por su nefasta gestión y vendernos cueste lo que cueste. Él solo quiere poder y seguir siendo presidente. Su egoísmo está por encima de todo, hasta por encima de un país que se va al garete, fraccionado y que costará mucho levantar en todos los sentidos.
Ha tomado el pelo a todos los españoles –muchos se lo han dejado tomar-, pues este señor ha mentido hasta la saciedad, haciéndolo además en un tema tan grave, sagrado y delicado como lo es nuestra Constitución Española de 1978.
Lamentablemente, esta es la realidad de nuestra política actual. Ahora, que Dios nos coja confesados.