
Llegó el partido esperado, ese en que todo el mundo tenía puestas las esperanzas para intentar conseguir la segunda estrella mundialista. Delante había una selección inicialmente asequible, Marruecos, quien finalmente hizo su partido, metió el autobús atrás y logró que esa España de toque y toque pero sin mirar a portería tenga que venirse para casa.